Hace unos días en
una pequeña charla entablada con Omar, un taxista de 40 años con 2 hijos a
quienes mantener, le pregunté si le gustaba ser taxista, luego de unos segundos
de suspiros me respondió textualmente “Y… ya le tomé el gustito”…
¿Qué sucede con
Omar y con todas las personas como él que deben trabajar 8 o más horas diarias?
¿Qué sucedería si Omar en un acto de revelación decidiera renunciar a su
empleo? ¿Tiene otra alternativa o no le queda más opción que “tomarle el
gustito”?
Dos días después, con todas estas preguntas rondando en mi cabeza, conocí a Germán, que con 24 años de edad gana 25 mil dólares mensuales, trabajando menos de un tercio de lo que trabaja Omar semanalmente y además, haciendo lo que le gusta hacer. ¿Cómo es esto posible?
¿Alguna vez te has
preguntado qué pasaría si tu vida fuera diferente? ¿Si te dedicaras a
otra cosa? ¿Por qué haces lo que haces? ¿Por qué no puedes hacer
lo que no haces?, me preguntó Germán con un tono de voz firme y totalmente
seguro, como uno más de los pocos que he escuchado en mi vida. Luego de
algunos pocos segundos de silencio me redobló la apuesta diciéndome: “¿sabes
qué pasa?.. El sistema está diseñado para que no lo hagas, y si lo haces…para
que lo dejes de hacer.”
Si pensamos detenidamente,
esto sí tiene lógica y no es nada nuevo, ya que a lo largo de la historia,
desde que las relaciones entre las personas tuvieron lugar han existido los
roles, las jerarquías y las luchas por obtener y mantener el poder. Desde la
existencia de la comunidad primitiva, pasando por la sociedad esclavista,
feudal, hasta la posterior y actual sociedad capitalista y post-capitalista;
incluso me arriesgo a decir que hasta en las socialistas.
Entonces.. ¿En qué consiste el sistema, que al parecer, Germán ha logrado vencer?
Es el poder
instituido, las normas establecidas, las reglas de juego, aquello que dice qué
se puede hacer y qué no, aquello que aunque no nos guste, acostumbremos a
“tomarle el gustito”.
Ahora bien, ¿Quién
más podría crearlo que el sector que más se beneficia con el mismo.. Y que a su
vez se esfuerza por mantenerlo?.
Muchos de nosotros
hemos jugado juegos de estrategia de crear ciudades, como aquel famoso SimCity,
donde uno era capaz de crear la ciudad a medida y antojo, donde la mejor
estrategia siempre radicaba en vernos lo más favorecidos posible al utilizar
los recursos de la mejor manera viable. Y claramente, nadie cuestionaba lo que
hacíamos.
En la película The
Truman Show sucede algo similar, donde el protagonista Truman Burbank interpretado por Jim Carrey que vive
en un “mundo” creado a medida y antojo del productor e inventor del reality, no
se cuestiona su vida en absoluto, al menos al principio, y solo se dedica a
vivir y seguir las reglas de juego, claro que sin poder modificarlas. Incluso
cuando el mismo empieza a cuestionarlas, las personas involucradas en el
programa luchan para “reacomodarlo” y que vuelva a “tomarle el gustito” sin
controversias ni cuestionamientos.
Acaso pregunto,
¿Qué diferencias y similitudes existen entre Truman Burbank y Omar, el taxista de 40 años? ¿Qué
diferencias y similitudes existen entre el productor del programa, el jugador
del SimCity y los que se benefician del sistema actual? ¿Qué diferencias y
similitudes existen entre Truman Burbank cuando descubre la manera de ganarle
al “sistema” y salirse de la pequeña “burbuja” que era su mundo y su vida y
Germán, el chico de 24 años que decidió volverse rico dejando de hacer lo que
el sistema supone y dispone?
Y finalmente, ¿Qué
diferencias y similitudes existen entre nuestra vida, la de Omar, la de Germán,
la de Truman Burbank, la del productor del programa y el jugador del SimCity?
¿Qué haremos al
respecto?
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